01 NOV 10 | "Desgraciadamente, las facultades atiborran a los estudiantes con datos"
¿Qué es la medicina? por Mario Bunge
Uno de los maestros del pensamiento con
reconocimiento mundial nos ayuda a pensar acerca de la medicina como
disciplina, ciencia y técnica.
IntraMed
IntraMed mantuvo un diálogo con el profesor Mario Bunge con motivo de la publicación de su nuevo libro "Filosofía para Médicos".
"Desgraciadamente,
las facultades de medicina atiborran a los estudiantes con datos, no
les hacen hacer experimentos, ni los habitúan a discutir hipótesis"
Entrevista
¿Qué es la medicina?
La medicina, como cualquier otra disciplina, puede ser vista como una
actividad o como un cuerpo de conocimientos. En ambos casos puede
considerársela como ciencia, como técnica, o como una combinación de
ambas. Finalmente, también deben estudiarse la organizaciones donde se
practica la medicina. Para facilitar la discusión empecemos por algunas
definiciones.
• Ciencia básica = búsqueda desinteresada de la verdad. Ej.: biología, psicología.
• Ciencia aplicada = búsqueda de verdades de posible utilidad. Ej.: farmacología.
• Técnica = diseño de artefactos o procedimientos utilizables. Ej.: neuroingeniería.
• Ciencia o técnica biosocial = disciplina que se ocupa de procesos que
son tanto biológicos como sociales. Ej.: demografía, epidemiología.
• Servicio social = actividad socialmente beneficiosa (p. ej. asistencia médica).
A la luz de estas definiciones, se sugiere que el cuerpo de los
conocimientos y procedimientos médicos modernos es mitad ciencia
aplicada y mitad técnica científica biosocial. (Medicina moderna: la
construida por Virchov, Bernard, Pasteur y otros.)
Las buenas facultades de medicina emplean personas que hacen ciencia
básica y otras que hacen ciencia aplicada; también hay quienes estudian o
diseñan terapias, y quienes “ven” enfermos. Unos pocos (p. ej. De
Robertis) han hecho ciencia básica; otros pocos (p. ej., Houssay) han
hecho ciencia básica y aplicada; otros (p. ej., Braun Menéndez) han
hecho ciencia básica y aplicada, y han ejercido la profesión;
finalmente, otros (p., ej. Favaloro) han hecho técnica y “visto”
enfermos.
Finalmente, los hospitales, la clínicas y los dispensarios modernos
pueden considerarse como sistemas sociotécnicos, o sea, sistemas cuyas
actividades específicas se hacen a la luz de técnicas.
¿Percibe usted el riesgo de que la medicina se transforme en una rama de la biología?
No creo que la medicina propiamente se haya convertido en una rama de la
biología. Se ha hecho científica, que no es lo mismo que hacerse
ciencia. Lo mismo pasó con las ingenierías. No cambió la meta, que es
tratar enfermos y en lo posible curarlos. Lo que cambió es el
procedimiento para alcanzar esta meta: antes de hacerse científica, la
medicina era puramente empírica. Por consiguiente, desconocía los
mecanismos patológicos y, al no conocerlos, se limitaba a la observación
de síntomas. Hoy día, gracias al conocimiento (aún parcial) de los
mecanismos, el médico puede actuar directamente sobre ellos. Por
ejemplo, lejos de contentarse con observar que un paciente tiene fiebre,
el médico conjetura que ésta ha sido causada por una infección debida,
ya a bacterias, ya a virus. Y si el análisis microbiológico revela que,
en efecto, el paciente tiene una tasa excesiva de bacterias, el médico
tiene una buena razón para recetar antibióticos.
¿Qué papel le atribuye usted a las habilidades comunicativas, empáticas y humanas en un médico?
El buen médico, tanto como el buen maestro, debe ser empático y un buen
comunicador, como lo fue el famoso médico canadiense William Osler
(McGill, Johns Hopkins, Harvard y Oxford). Desgraciadamente, en la
actualidad casi todos los médicos están obligados a llenar tantos
formularios y apenas tienen tiempo para mirar a sus enfermos,
auscultarlos, palparlos, preguntarles, etc.
¿Qué tipo de formación debería tener un médico para distinguir el conocimiento válido del inválido?
El médico debiera saber la importancia de las hipótesis y de las pruebas
experimentales, así como de los razonamientos válidos.
Desgraciadamente, las facultades de medicina atiborran a los estudiantes
con datos, no les hacen hacer experimentos, ni los habitúan a discutir
hipótesis. En particular, casi todos los médicos (y filósofos) ignoran
que el problema del diagnóstico médico es un “problema inverso”,
parecido al que afronta el ingeniero a quien se le pide que diseñe un
artefacto que tenga tales y cuales funciones. En efecto, el médico, en
particular el que hace medicina interna, se enfrenta con una caja negra.
Ve los síntomas o productos, pregunta por algunos estímulos (p. ej., lo
que comió el paciente), y tiene que hacer múltiples conjeturas sobre
los posibles mecanismos que relacionan insumos con productos.
Finalmente, tiene que poner a prueba tales conjeturas, tanto con pruebas
como con tratamientos. (El tratamiento médico, a diferencia de los
procedimientos en otras disciplinas, tiene dos funciones: intentar curar
y poner a prueba las hipótesis que lo motivan.)
¿Qué barreras obstaculizan el diálogo entre médicos, científicos básicos y de las ciencias sociales?
Los obstáculos al diálogo de los médicos con los demás expertos son de varios tipos.
Barreras profesionales: escasez de tiempo, arrogancia y la especialización excesiva.
Barreras filosóficas: credulidad (en terapias no comprobadas);
idealismo (p. ej., creencia en la acción del alma inmaterial sobre el
cuerpo); apriorismo (p. ej., uso de la estadística bayesiana);
biologismo (ignorancia de las circunstancias sociales del paciente); el
sociologismo (la sociedad es la enferma, como sostenían los
anti-psiquiatras).
¿Cree Ud. que los médicos tienen algo que aprender de las ciencias sociales?
Sí, varias cosas. Primera: hay, como ya lo había hecho notar un médico
árabe medieval, enfermedades de rico y enfermedades de pobre. Segundo,
el estrés social (en particular el causado por la organización
jerárquica del trabajo) enferma, como lo mostraron los famosos estudios
Whitehall. Tercero, la medicina individual no ha sido la causa más
importante de la reducción de la morbilidad y de la mortalidad a casi la
mitad en el curso del último siglo, como lo mostraron estudios
epidemiológicos. Las principales causas son las obras sanitarias
(cloacas y agua potable), las vacunas y el estado de bienestar. Por esto
floreció la higiene social en Argentina entre 1980 y 1910, y por el
mismo motivo la British Medical Association, contrariamente a su
contraparte norteamericana, siempre ha defendido la llamada medicina
socializada.
¿A qué cree usted que se debe que quienes lo critican supongan que el
modelo que usted propone anula la subjetividad de las personas que
padecen? ¿Se considera usted un positivista fundamentalista?
Los calificativos despreciativos que me han endilgado en mi país, aunque
no en en el resto del mundo, se deben a la ignorancia de mis
publicaciones, así como a la ignorancia del positivismo, al que yo he
criticado toda mi vida. Yo soy cientificista pero antipositivista,
porque el positivismo es anti-realista y antimetafísico.